martes, 15 de marzo de 2011

Manos en el fuego

Jaime Jaramillo Panesso

En este país los pájaros le disparen a las escopetas. Más raro es que Goliat le tire piedras al Nevado del Tolima. Las más altas montañas están coronadas de nieve, pero en su interior arde un corazón de fuego. Alguien conocido por sus actividades como jefe de autodefensas, mientras descansa de sus diligencias ante la Corte, aprovecha para declarar fallida la desmovilización ocurrida hace ocho años en Medellín. ¿Porqué Fredy Rendón, a esta altura del partido, aparece como personaje salvador de la patria engañada?

Echar al suelo las desmovilizaciones,como un hecho de paz que retiró de la guerra a 30.000 paras y fundió 18.000 mil armas es un hito histórico no exento de errores. Los efectos de este bombardeo para deslegitimar el largo camino recorrido son de tan mezquino propósito que los dirigentes como el alcalde actual, los alcaldes anteriores y los funcionarios que llevaron adelante la tarea no pueden caer en la tramposa dialéctica de los prisioneros por delitos de lesa humanidad.Es una vergüenza que intercambien acusaciones de efectos electorales. La historia los absolverá a pesar de ellos porque actuaron de buena fe y porque la desmovilización fue real, visible, comprobable. Confundir a la ciudadanía es darle puntaje a los antiguerrilleros de ayer que guerrillean hoy con la desinformación e intenciones secretas.

Si destruir las desmovilizaciones señalándolas como falsas logra conseguir adeptos entre magistrados, fiscales y congresistas a la caza de recuperar algún partido maltrecho, nos encontraríamos ante este panorama: 1.- La Ley 975 de Justicia y Paz no tendría a quien aplicarse, sino la ley ordinaria. 2.- En consecuencia no habría víctimas de las autodefensas. 3.- Si no hay víctimas no debe existir reparación judicial ni reparación administrativa.-4.- Tampoco tendría porvenir la proyectada ley de Víctimas y de Tierras. 5.- Sobra la justicia transicional. Además, preparémonos rápidamente para construir inmensas cárceles para albergar a los desmovilizados de las autodefensas y guerrillas,más de cincuenta mil, si es que antes no se incorporan a grupos ilegales armados.

La desmovilización del Bloque Cacique Nutibara en 2003 registró 874 personas. Medellín fue la institución que más se comprometió con este proceso: estudio, capacitación laboral, empleo y asistencia sicológica. A raíz de las desmovilizaciones en el país, el número de reinsertados llegó a 4.500.- Los desmovilizados más difíciles fueron los del Cacique Nutibara por sus características sociales, mentales y laborales.

Recordemos la labor sacrificada y riesgosa de las sicólogas y trabajadoras sociales. Una historia de luchas internas, abandonos, estigmatizaciones y venganzas se cuenta al lado de una mayoría que cumplió sus propósitos de enmienda. Hoy el cuadro real de los 874 que concluyeron el desmonte de la estructura delincuencial es el siguiente en cuanto a las bajas: 144 muertos, 80 detenidos, 19 expulsados del programa. El precio de la paz es más grande que el de la guerra, pues incluye a los enemigos agazapados y a los nuevos oficiantes de la guerra jurídica o verbal.

lunes, 14 de marzo de 2011

MORDIÉNDOSE LA COLA

Por Rafael Nieto Loaiza



Nos mordemos la cola, como la serpiente. El presidente Santos, después de rumores de pagos a las Farc tras el secuestro de 23 trabajadores de Talismán en el Vichada, hizo “una advertencia muy clara: empresa que pague un solo peso a uno de esos bandidos, se va de Colombia”. Como no le es posible echar del país a los nacionales, los medios interpretaron correctamente que Santos quiere expulsar a los extranjeros que paguen extorsiones a grupos armados ilegales.



La propuesta tiene el sano deseo de desestimular el pago a los delincuentes: “no podemos permitir que nadie alimente a esos bandidos que lo único que van a producir con ese dinero es más violencia y más inseguridad”. Y va en la misma línea de lo expresado por su ministro de Defensa, Rodrigo Rivera, que en septiembre pasado dijo que “quien pague extorsión será visto como un auxiliador del crimen”.



Ocurre que, sin embargo, las mejores intenciones pueden traer profundas injusticias. Que la idea haya escalado al Jefe de Estado no la hace mejor sino, por el contrario, más preocupante.



Por supuesto que quien pague voluntariamente a la guerrilla o a las bandas criminales debería ir a la cárcel. Es un delito grave financiar grupos armados ilegales y quien lo hace es cómplice del terrorismo. Pero quien pague extorsión de ninguna manera podría ser penalizado o, como propone el Presidente para los extranjeros, expulsado del país. El extorsionado paga no porque quiera, sino porque lo obligan, a riesgo de sufrir mayores daños para él, sus familiares, su libertad y sus bienes.



Santos y su Ministro trasladan la responsabilidad del Estado a las víctimas. La extorsión ocurre porque el Gobierno no consigue neutralizar al extorsionista ni garantizar a las personas extorsionadas, naturales o jurídicas, que sus derechos no sean vulnerados. La extorsión sucede y se paga porque el ciudadano estima que el Estado no puede protegerlo. En la extorsión, por definición, no se paga porque se quiere, sino porque se cree que no hay opción distinta para protegerse de la amenaza criminal.



De manera que penalizar o expulsar al extorsionado supone una

doble victimización: el extorsionado es víctima del criminal que lo extorsiona y del Estado que, en lugar de protegerlo, quiere privarlo de su libertad y, si es extranjero, expulsarlo del país.



La propuesta del Presidente supone, además, una discriminación adicional, al tratar de manera desigual y más desfavorable al extranjero. Seguramente desestimulará al inversionista extranjero. Y podría incentivar falsas denuncias por parte de nacionales que quisieran salir de su competidor internacional.



Como si no bastara, alentará la no denuncia del delito: el extorsionado preferirá callar que sufrir la expulsión que le anuncia el Presidente o el proceso penal que le ofrece su Ministro de Defensa. Como resultado, incentivará a los grupos armados a extorsionar porque sabrán que los extorsionados tendrán una razón más para no denunciarlos.



Para rematar, las propuestas del Presidente y su Ministro no tienen ningún fundamento jurídico: ni la Constitución ni la ley permiten lo que proponen. No sobra recordar que en Colombia la ley no es, gracias a Dios, la palabra del Jefe de Estado. Y que la Corte Constitucional consideró inconstitucional la norma que proponía sancionar a quien pagara por el secuestro. Las razones son idénticas en el caso de la extorsión.

sábado, 8 de enero de 2011

2011 Y SUS DESAFÍOS

Por Rafael Nieto Loaiza



Para los niños los años son eternos. En la medida en que nos ponemos viejos el tiempo pasa más rápido. Sin que apenas nos demos cuenta, se fue un año y nos recibe otro nuevo. El 2011 llega cargado de retos.



El primero, no sobra insistir, es redefinir el plan de desarrollo. La debacle invernal que aun no amaina ha traído aparejadas una catástrofe humanitaria y un colapso en la infraestructura que obliga a concentrarse en la soluciones de corto y mediano plazo y a dejar de lado las prioridades de campaña. Nada hay hoy más urgente que resolver la tragedia de centenares de miles de campesinos que han perdido desde su sustento hasta su vivienda. La atención de la emergencia debe ser eficaz y prolongarse en el tiempo mientras que dure el invierno. Después hay que reconstruir, ojalá con visión de largo aliento, las decenas de carreteras arrasadas por el diluvio y las avalanchas. Como si no fuera tarea suficiente, es fundamental el desarrollo de proyectos que, por un lado, reubiquen a las familias que ya no podrán volver a sus antiguas localidades y, por el otro, permitan la recuperación de aquellas que quedaron destruidas por las aguas. Y hay que dar respuesta a la crisis agropecuaria que ha generado el deslave a lo largo y ancho de la geografía nacional. Finalmente, todo hay que hacerlo de manera que se protejan los recursos, públicos y donados, de las manos voraces de los corruptos de todos los pelambres. La tragedia nunca ha sido obstáculo para las fauces insaciables de los bandidos.



Mantener la línea de la seguridad democrática es otro gran reto. Capturar o dar de baja a Cano sería el paso decisivo para sentar a la mesa a las Farc, en especial si es cierto que, como dicen, Chávez estaría cerrando su territorio a la presencia guerrillera. En el alto Gobierno sostienen que el Teniente Coronel le ha pedido a la guerrilla que abandone Venezuela. Me cuesta creerlo y aun no hay evidencia de ello pero, si fuera cierto, sin la retaguardia y el apoyo venezolano la neutralización del jefe del Secretariado podría ser el golpe que por fin obligara a las Farc a una negociación seria. El Eln vendría por contera. Echarle lazo al Loco Barrera y a Calle, los dos grandes capos que sobreviven, sería definitivo en la lucha contra los narcos y las bandas criminales. Y hay que concentrarse en responder a los nuevos retos de la seguridad urbana.



El tercer desafío está en mantener el acuerdo de unidad nacional que ha dado buenos frutos legislativos. No es sencillo. El partido Liberal, un sector de Cambio Radical y una caterva de columnistas están en la tarea de enemistar a como de lugar a Santos y a Uribe. Algunos uribistas, con mal cálculo, les hacen el juego. Un enfrentamiento no sólo no conviene a ninguno de los dos, sino que le haría mucho daño al país. Además, hay diferencias ideológicas importantes entre aquellos y, por el otro lado, los conservadores y el partido de la U. Y hay una lucha, soterrada pero no por ello menos cierta, por la burocracia regional. Santos camina por el filo y resbalarse será sencillísimo cuando la luna de miel se acabe.



Por ultimo, el Gobierno debe darse a la tarea de conseguir, por fin, la aprobación del TLC. El “nuevo mejor amigo” será un problema, pero no debería ser un obstáculo. Excepto que, claro, los gringos sientan que los cambiamos y ahora preferimos al autócrata Teniente Coronel.

jueves, 28 de octubre de 2010

La Plaga

Por Rafael Nieto Loaiza



Tres pestes, la violencia, el narcotráfico y la corrupción, y un problema estructural, el desempleo, han azotado a este país nuestro. La violencia y el narcotráfico, siameses como son, mucho han remitido en la última década. Hay que agradecerlo a la reforma del Ejército del general Mora, al Plan Colombia y a la política de seguridad democrática.



Pero poco, muy poco, se ha hecho contra el desempleo, que es de dos dígitos aun en tiempos de crecimiento acelerado. Y nada, absolutamente nada, contra la corrupción. Y ahí va la plaga, siempre presente, siempre al acecho, mimetizándose de acuerdo con las circunstancias y los escenarios. Y no disminuye, aun cuando se avance en el combate de algunos de sus factores de propagación.



La presencia de grupos armados ilegales es uno de ellos. Podría pensarse que el debilitamiento de su fuerza y su cobertura territorial se traduciría en una reducción sustantiva de la corrupción en las áreas liberadas. La lógica señala que si baja la capacidad de cooptar y amedrentar a las autoridades locales, si afloja la presión para desviar recursos, debería disminuir la corrupción. Pero la realidad es tozuda: no es lo que ha sucedido. Los datos muestran que en muchos de los municipios que fueron objeto de la intimidación de la guerrilla y los paramilitares, y que hoy no lo son, la corrupción sigue rampante. ¿El motivo? Una vez que son rotas las barreras éticas que contienen la conducta del ciudadano y lo invitan a respetar la ley y el erario público, es muy difícil recomponer su comportamiento. La desaparición de la presión externa que rompe el dique no se traduce en que las aguas vuelvan a la represa. Lo mismo ocurre con el narcotráfico. Su influencia corruptora genera una cultura de ilegalidad que va más allá del narcotráfico mismo.



Ahora bien, la corrupción no necesita de actores violentos para nacer y expandirse. Lo que ocurre con Bogotá, donde guerrilla y paras nunca fueron un factor determinante de poder, muestra que la plaga es feroz. Y que aparece a la menor oportunidad. Hay que ver lo que sucede hoy en la capital, después de las administraciones transformadoras de Peñalosa y Mockus y cuando se creía que el salto a la modernidad y a una nueva cultura ciudadana no tenían reversa. Las acusaciones de estos días muestran una trama de política y corrupción escandalosa que involucraría al hermano del alcalde Moreno y a altos funcionarios de su administración. Las cabezas de los organismos de control están seriamente cuestionadas y no tienen credibilidad alguna. El Personero, indígena y ex constituyente, está investigado por recibir recursos de la infame DMG. El Contralor liberal está acusado de hacer parte de la trama y es objeto de vergonzosas conversaciones entre senadores y contratistas. Y el control político en el Concejo es inexistente porque de la coalición de gobierno hacen parte casi todos los partidos, incluyendo aquellos que se enfrentan en el Congreso de la República. La política siempre es local y dinámica, dirán algunos, y eso explica que aunque en lo nacional el Polo y la U se saquen los ojos, en Bogotá hayan estado cogiditos de la mano. Y los verdes, que deberían capitalizar la situación para promover su discurso de moralización, están mudos porque temen que algo salpique a la administración de Lucho Garzón, elegido alcalde amarillo y hoy feliz presidente de la coalición de ex alcaldes. Por eso estamos como estamos.

domingo, 22 de agosto de 2010

SIN SOLUCIÓN BUENA

Por Rafael Nieto Loaiza

A estas alturas es difícil sorprenderse con los fallos de nuestros jueces. Nos tienen acostumbrados a que, más allá de impartir justicia, crean normas constitucionales y legislan, ordenan el gasto público, dan instrucciones de gobierno al ejecutivo de turno, dicen y desdicen de lo que ordenan otros jueces y tribunales. Es un irresponsable el abogado que diga a su cliente, con base en los antecedentes y la jurisprudencia, cómo debería venir el contenido de una sentencia sobre cuestiones similares. La reina del juego judicial es la inseguridad jurídica.



Curados de espantos, no debería sorprender la decisión de la Corte Constitucional sobre el más reciente acuerdo de cooperación militar con los Estados Unidos. Pero hay características que ameritan ser resaltadas. Positivo es que no cuestione la validez internacional del Acuerdo. Una posición prudente que reconoce que no es el derecho interno lo que define la validez de un tratado sino que éste se celebre de conformidad con el derecho internacional público. Por otro lado, la Corte sostiene que el Acuerdo no produce efectos internos. Como resultado, el Acuerdo quedó en la misma situación del tratado de extradición: está vivo, es obligatorio a la luz del derecho internacional, pero el gobierno colombiano no lo puede aplicar.



Además, la Corte no se pronuncia sobre asuntos de fondo. No dice que el contenido del Acuerdo sea contrario a la Constitución. Se limita a sostener que debe ser objeto de presentación ante el Congreso. El resultado es que si el Gobierno lo presenta y el Legislativo lo aprueba, el Acuerdo podría ser objeto de nuevas demandas y la Corte podría decidir que una o varias de sus cláusulas son inconstitucionales, obligando así al Gobierno a no aplicarlas o a renegociarlas con los EE.UU.



La Corte sostiene que el Acuerdo debe pasar por el Congreso porque, dice, tiene elementos nuevos que no están en tratados internacionales previos. Pero como tiene la maña de no redactar las sentencias sino varios meses después de tomar las decisiones, no hay manera de saber cuáles son esos elementos. Sin conocerlos, el Gobierno no puede renegociarlo para, por ejemplo, eliminarlos y poner en ejecución inmediata todo lo demás sin tener que ir al Congreso, o modificarlos para reducir riesgos de “inconstitucionalidad de fondo” en un examen posterior.



Y tiene consecuencias internacionales dificilísimas. Por un lado, la cooperación gringa es indispensable: EE.UU. es el único cooperante real que y de peso den la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo. Los demás sólo nos dan, como mucho, palmaditas en la espalda. Después, el Acuerdo, aunque nadie lo dijera, era un elemento de disuasión que no nos costaba ni un peso: el Teniente Coronel no podría correr el riesgos de afectar equipos y personal norteamericano en bases colombianas sin meterse en un lío fenomenal. Esas bases quedaban protegidas.



Finalmente, si la Corte dejaba intacto el Acuerdo, Santos podía decir que estaba obligado a aplicarlo. Si la Corte lo declaraba inconstitucional, Santos alegaría su imposibilidad de ejecutarlo. En la situación actual puede o dejarlo al lado y correr el costo de abrir una grave fisura en la cooperación norteamericana, o presentarlo al Congreso, desairar a Chávez y darle una nueva excusa. La Corte deja a Santos en el peor de los mundos y sin solución buena.

martes, 13 de julio de 2010

Los Héroes y los bellacos de mi patria

En buena hora llegó la decisión de Ingrid Betancourt de retirar la petición de conciliación con el Estado, por una suma cercana a los 15 mil millones de pesos, con la intención de que fueran reparados los daños sufridos por ella y su familia durante los casi 7 años que estuvo secuestrada en las selvas del sur del País por el grupo narcoterrorista de las FARC.

Cabe recordar, que el secuestro ocurrió en la antigua zona de distinción cuando la ex candidata presidencial, Ingrid Betancourt, su fórmula vicepresidencial, Clara Rojas y el ex jefe de prensa de la campaña, se desplazaron a San Vicente del Caguán para cumplir con compromisos de la agenda presidencial, los hechos ocurrieron a pesar de las advertencias de la Fuerza Pública, en cuanto al peligro que corrían y a dos semanas después de que el Gobierno de Andrés Pastrana diera por terminada las Negociaciones de Paz que sostenía con el grupo subversivo.

Me llenaba de tristeza, la actitud de la ciudadana colombo francesa, que no sé si escribirle colombo, su actitud causó gran estupor y rechazo en todo el pueblo colombiano y hasta en el Gobierno del Presidente Uribe y no es para menos, varios chistes en cuestión de minutos, rodaron en la red como “el Gobierno está preparando la Operación Enrroque para devolver a Ingrid a la selva” “si Ingrid quiere plata, que envíe RICO como mensaje de texto al 2299”, los ciudadanos con mensajes mediáticos en los diversos medios de comunicación manifestaron su inconformidad, rabia y hasta la misma tristeza y decepción.

Me llenaba de inmensa alegría el otro lado de la moneda, corrían lágrimas hasta en mi corazón, al revivir las imágenes y recordar los mensajes de lo que fue la Operación Jaque, cuando la misma señora Betancourt le decía a su madre, Yolanda Pulecio: “mamá estoy viva, estoy libre, el Ejército me rescató” repito estas palabras y la piel se me eriza.

La exitosa Operación Jaque, fue el resultado de un trabajo en equipo, adelantado por la inteligencia militar donde queda una vez en el punto más alto, el nombre de las Fuerzas Armadas Colombianas – FAC -, por su calidad y profesionalismo, la operación fue impecable.

Y hasta el propio ex comandante del Ejército, el general Oscar Montoya, parecía un niño con un juguete nuevo, que después de explorarlo le busca el alma; sin dudarlo y sin temor a equivocarme, su actitud era de gran ansiedad, de querer estar personalmente en los aeronaves que traerían a la libertad a los tres ciudadanos estadounidenses, a la misma Ingrid Betancourt y a 11 miembros de la Fuerza Pública. Admiro la actitud humilde y esperanzada, del (r) general Montoya, de poner a Dios como el Gran Jefe de esta grandiosa Operación.

A pesar, de que en la mayoría de las ocasiones nos gusta sacar a relucir sólo lo malo y lo bueno lo pasamos de largo, aquí quiero resaltar una vez más, el trabajo serio y comprometido de muchos Montoyas, Naranjos, Padillas, Uribes, de patrulleros y de soldados, Héroes de nuestra Patria, que mueren y viven por una Institución, que a pesar de sus lunares ocasionados por algunos bellacos que sólo buscan su propio beneficio y no el común, de personas que amamos profundamente la legalidad, de estos éxitos que nos enorgullecen como colombianos, como lo fue Jaque y recientemente la Operación Camaleón, inmortalizan nuestras Fuerzas Armadas de Colombia.

Hoy más que nunca, me siento orgullosa de instituciones como el Ejército, la Policía, del Presidente Álvaro Uribe Vélez, por su labor durante estos ocho años. Y me avergüenza, bellacos que se prestan para cometer ilícitos, de personas como Ingrid Betancourt que no miden las consecuencias de sus actos, que buscan su propio beneficio sin importarles el medio sólo el fin, de ciudadanos que unen sus fuerzas y esfuerzos para destruir a las personas y a las instituciones, de los agresores de menores, de los demonios que no cuentan con Dios en su corazón para corregir los actos y que no buscan un camino sincero hacia el arrepentimiento.

PD: Estimada Ingrid, te recuerdo que fueron las FARC quienes te secuestraron y sin mucho esfuerzo, fuiste a la boca de lobo sólo por insensatez y arrogancia, debilidades que bien mal hacen a la humanidad y más a ti, apreciada cuidadana francesa.

domingo, 6 de junio de 2010

El amor ¿qué es?

La inmensidad del universo, lo comparo con el amor… es algo que te mueve a hacer “locuras” sí! ese mismo amor, que debe mover todo el ser, nos llevó a una decisión un poco común, con mi amiga inseparable, mi madre; me ratifico, que todos los seres humanos estamos llamados a la entrega, al sacrificio por el otro, al encuentro, a la alegría eso es amor… no el que muchos piensan que se encuentra en la cama o un burdel, ni mucho menos ese que se entrega con condicionamientos, el amor simplemente es libre de ataduras.

En días pasados, una persona regaló a mi mascota y otro lo cogió para llevarlo lejos de su habitual mundo, un mundo lleno de amor y de cuidado, ambos asumieron que éste no tenía dueño, pero ¿cómo así? se preguntarán, sí se la llevaron a muchos kilómetros de distancia de su habitad. Quien se lo llevó ama profundamente los animales, de eso no nos queda la menor duda. Pero mi mascota, que por cierto es bien mal criada, sufriría intensamente, porque sólo está acostumbrada a su burbuja de cristal. El animal, que no valdrá mucho en este mundo light y consumista, para nosotros vale más que todo el oro del mundo, en ese pequeño reconocimiento me transporta al gran sentimiento de lo que es amor.

Sin dudarlo, nuestra primera manifestación fue la tristeza, era pensar ¿cómo estará? aunque no entramos en desesperanza a pesar, de que los días transcurrían y las noticias que llegaban no eran muy alentadoras ¡se perdió y aún no aparece!, “tenemos varias personas buscándolo” y al mismo tiempo nos preguntábamos, ¿qué necesidad tuvieron de cogerlo y llevarlo sin mediar palabra? o que por un acto tan sólo de honradez pensar ¿el animal tendrá dueño?

Nos lanzamos a la búsqueda de nuestro reencuentro, del reencuentro con el otro ser humano y de nuestra mascota; madrugamos a la vereda La Palma del corregimiento de San Cristóbal, sin conocer nada, sólo motivadas y confiadas en el amor que nos mueve, llenas de esperanza y persistentes en el ¿por qué? hacía la persona que se lo había llevado; les confesamos, el ¿para qué? quedaba a un lado, en ese momento no nos importaba. Pero, después de recorrer por más de una hora buena parte de la Vereda, mi madre escuchó en un espeso matorral el meow del Niño, el principal “autor” de este cuento, que por cierto tuvo un final feliz, nuestro reencuentro.

Ahora el ¿para qué? entraba a la escena de esta hermosa historia, que nos dejaba inmensos regalos, el más importante el amor y el segundo, el reencuentro; un verdadero amor que mueve montañas y que hace recurrir a un bloque de búsqueda, como lo hace la Fuerza Pública, sólo por un profundo sentimiento que nos motivó y a una familia que pudimos ver y conocer un poco, lejos de nuestros juzgamientos “a priori”.

Más allá, está el reconocimiento que sólo cuando se ama se da la razón a la inmensidad del ser humano y de un sentimiento que nos impulsó a la búsqueda de nuestra “felicidad”, aclaro la mascota no es nuestra felicidad, pero sólo acallando nuestras vanidades, prejuicios y juzgamientos, la vida es mucho más inmensa, si la impregnamos de un amor fiel y verdadero, fundamentado en lo que realmente importa Dios.