“Es una vergüenza”, así me respondió Rafael Nieto Loaiza el ex viceministro de Justicia cuando le pregunté por la absolución de Alberto Santofimio Botero, en el crimen de Luis Carlos Galán.
Cuando los colombianos pensábamos, que se había hecho Justicia y un caso que estaba en la impunidad se había resuelto, llega el Tribunal Superior de Cundinamarca y ordenó la libertad inmediata de Santofimio, al considerar que no hay pruebas suficientes para demostrar que el político ordenó el asesinato de Galán.
No fueron suficientes las declaraciones de John Jairo Velásquez Vásquez, alias “Popeye” y de Carlos Oviedo Alfaro contra el ex ministro, quien fue hace 2 años condenado a 24 años de cárcel por el magnicidio ocurrido en 1989, cuando era candidato presidencial, Galán. Además, Virginia Vallejo, ex amante de Pablo Escobar reconoció ante la opinión pública que Santofimio instó al narcotraficante para que asesinara a Galán.
Las pruebas que se quedaron cortas para demostrar la culpabilidad, pero en los casos de parapolítica, farcpolitíco y narcopolítica sólo con una declaración de un ex combatiente o criminal son suficientes para condenar a un político.
Y peor aún, es que la justicia en Colombia es un exabrupto, los cargos en la jurisprudencia son a dedocracia, perdón, dizque meritocracia, por ello encontramos en los diferentes cargos, el roscograma familiar, el primo, el sobrino, el tío, de fulano de tal, eso también nos explica que el 80% de las personas del común y corriente que presentaron el examen para un cargo en
Y ahora
