sábado, 28 de noviembre de 2009

El estrés del Vicefiscal

Por Rafael Nieto Loaiza

El viernes, por “extremo estrés, al parecer por el clima de tensión por los enfrentamientos entre la Corte y el Gobierno”, fue hospitalizado el vicefiscal general Fernando Pareja. Lo leo y no me lo creo. ¿Se estresó el señor Vicefiscal por las diferencias entre la Suprema y el Presidente? Releo. Para sacarme de dudas, el diario sostiene su información en “una fuente de Fiscalía”.

Aun así, no termino de convencerme. ¿Qué me sucede? ¿Será que este mundo cínico me ha transformado en un escéptico incurable, en un desconfiado irredimible? Y, peor ¿insensible a la enfermedad del prójimo? Pero no, miro mis entrañas y ahí está el mismo que se conmueve con el dolor ajeno, arde frente a las injusticias y llega incluso a ser un tanto sensiblero, de aquellos que enjuga lágrimas en las películas románticas.

¿Por qué entonces me niego a aceptar el motivo de la hospitalización del segundo a bordo en la Fiscalía? No logro entender porqué el Vicefiscal puede “estresarse” por la pugna entre Corte y Palacio de Nariño. Y además terminar en la clínica por ello. Al fin y al cabo ni él está en la Suprema ni es parte del Ejecutivo. Es cierto que, sin embargo, el doctor Pareja ha sido siempre funcionario de la rama judicial y era hasta hace pocos meses magistrado del Tribunal de Bogotá. ¿Será acaso que, identificado con sus antiguos colegas, siente como propias las presiones que viven los honorables de la Corte? La solidaridad sería entendible, pienso. Pero no suficiente para enviarlo al sanatorio, digo.

Recuerdo ahora que el doctor Pareja abandonó su cargo, sólo de manera temporal y con permiso de la Corte, para asumir la Vicefiscalía. Y que Mendoza, Fiscal encargado, lo nombró por solicitud de magistrados de la Suprema. ¡Y de golpe la revelación me derriba del caballo!. El doctor Pareja ha de estar estresado, hasta el punto de la internación “por reacciones psicosomáticas o trastornos sicológicos a veces graves” (según definición de la Real Academia), porque aspira a quedarse en el cargo de Fiscal General. Apuesta a que la terna siga “inviable”, el enfrentamiento se agudice y la Corte, como ya lo ha insinuado, designe Fiscal a dedo. ¡Y el índice magistral apuntaría a él! Él, el elegido, ungido como cabeza del segundo órgano más poderoso del país después de la misma Corte. Semejante posibilidad lo agobia.

Y lo enferma. Ahora entiendo el desvarío de calificar de “delito de lesa humanidad” la bomba al avión de Avianca en 1989. Y el delirio de sostener que el caso podría llegar a la Corte Penal Internacional. Pareja estaba enfermo, enfermísimo, cuando hizo tales afirmaciones porque es inconcebible que un jurista aspirante a Fiscal no sepa que ese tribunal internacional sólo tiene competencia por hechos ocurridos después de julio de 2002, sólo cuando el derecho internacional (no el fiscal nacional de turno) los califique como crímenes internacionales, y en la hipótesis de que la justicia colombiana maniobre de mala fe para dejarlos en la impunidad. Como no creo que el Vicefiscal sea tan tonto como para hablar en contra de su propia gestión…

¿O será acaso que lo que en verdad quiere Pareja es esconder la brutal ineficacia de nuestro sistema de administración de justicia y tratar de impedir la prescripción del delito? Me estoy volviendo en exceso malpensado y suspicaz. Voy a ver si me internan. Quizás también yo necesite una cura para el estrés.

martes, 10 de noviembre de 2009

TRAS VEINTE AÑOS DEL MURO

Por Rafael Nieto Loaiza



Hace veinte años cayó el muro de Berlín. Se iniciaba una época de libertad y democracia. Los regímenes totalitarios, pensábamos, caerían uno tras otro, perdido el referente ideológico que animaba a la mayoría de ellos. Fukuyama lo llamó, con algo de ingenuidad y mucho de pensar con el deseo, “el fin de la historia”.



Si bien es cierto que a lo largo y ancho del planeta la mayoría de las sociedades se liberaron de la opresión, en otros casos las expectativas fueron frustradas. En China se consolidó el capitalismo, pero se mantienen un sistema político de partido único que aun, acaso por simbolismo, se hace llamar comunista. En Corea del Norte y en Cuba perviven dictaduras nepotistas de corte leninista. Y quedan también algunas tiranías en África, muchas de ellas más personalistas que ideológicas.



En América el fin de la guerra fría se tradujo en el retorno a la democracia. En Centroamérica se puso fin a los conflictos armados internos. A las guerrillas centroamericanas, altamente ideologizadas, la caída de la Cortina de Hierro les supuso un doble y mortal golpe. Perdieron la causa ideológica que justificaba el combate y cesaron también los recursos económicos que alimentaban los aparatos de guerra. Cuando terminó el apoyo extranjero, el FMLN, la URNG y la Contra no tuvieron opción distinta a negociar.



Pero en Colombia los subversivos sobrevivieron. Las Farc fueron autárquicas. Les bastaba con los ingresos del narcotráfico y del secuestro. Sus ingentes recursos, su tendencia autista y su falta de solidez ideológica, generaron una combinación que las hizo pragmáticas y efectivas. En un par de quinquenios, se convirtieron en la guerrilla más rica y poderosa del mundo. Y pusieron al país en jaque.



No cabe duda de que la ecuación cambió. Primero con el proyecto de modernización de las Fuerzas Militares y el Plan Colombia de la administración Pastrana y después con la política de seguridad democrática de Uribe. Los secuestros han disminuido un 90%. Los dineros del narcotráfico son cada día menores. Si las cifras de la CIA que acaban de divulgarse son ciertas, la caída de la producción de cocaína en Colombia es del 60% en relación con su pico histórico. Sería la demostración de que, al menos en nuestro país, la guerra contra el narco sí se está ganando. Y probaría que la estrategia de atacar la simbiosis entre narcotráfico y grupos armados ilegales ha sido correcta.



La consecuencia es que las Farc ahora dependen de factores que les son extraños. Por un lado, el acoso de la Fuerza Pública en territorio nacional, que ya no tiene terreno vedado, las obliga a buscar refugio al otro lado de las fronteras. De ahí el incremento de la presencia guerrillera en países vecinos. Por el otro, les urgen apoyos logísticos, políticos e ideológicos.



Aquí es donde Chávez juega un papel vital. El destape ideológico del “socialismo del siglo XXI”, aunque advertido hace ya rato por algunos de nosotros, es inocultable. Quien dude de las características del proyecto chavista es porque no quiere verlas. Trasnochado, risible, tropical, es cierto. Pero ahí está. Es militarista, hegemónico, expansionista, agresivo. Va corriendo hacia la “ideocracia totalitaria” que nombrara Octavio Paz. Mientras que nosotros nos interponemos en su camino, las Farc son sus aliadas.



Es verdad que Chávez personifica mejor que nadie la frase de Marx que reza que “todos los grandes personajes de la historia universal se producen dos veces, una vez como tragedia y otra como farsa”. Pero no reconocer los riesgos que encarna, más que tontería, es suicidio.