miércoles, 24 de marzo de 2010

¿Santos y…?

Por Rafael Nieto Loaiza



El partidor de la carrera presidencial está listo. Será una competencia muy reñida e incierta. De lo que no hay duda es de que habrá segunda vuelta.



Santos inicia con ventaja. Primero porque la derrota de Arias le despeja el camino simbólico: será el único candidato que la gente identifique sin ambigüedades con el presidente Uribe en un país que, como quedó probado el domingo, tiene una amplia mayoría uribista. Después, porque encabeza con holgura las encuestas y en ellas dobla a sus inmediatos competidores. Finalmente, por que empieza con una base inicial de tres millones de votos de la U en el Congreso, 28 senadores y 49 representantes. Si no se equivoca en materia grave, Santos tendrá la votación más alta en la primera vuelta.



La incógnita está en quién lo acompaña a la segunda. Las encuestas mostraban un triple empate entre Fajardo, Petro y Vargas Lleras. Fajardo, que parecía el más fuerte entre ellos, está desdibujado. La estruendosa derrota de su movimiento lo deja mal parado. Su discurso de “ni uribista ni antiuribista” ya no dice nada y no se le conocen planteamientos con los que la ciudadanía pueda identificarse. Y Mockus y los verdes le harán mella, no sólo porque ahora se presentan como una alternativa más atractiva para los independientes y el voto de opinión, sino porque le pusieron un techo a sus aspiraciones en Bogotá, bastión del voto libre. Fajardo, pues, está liquidado.



Petro era otro que se mostraba como alternativa. Sin embargo, la derrota del Polo hace ocho días, cuando perdió la tercera parte de su representación en el Congreso, le hace una herida difícil de curar en tan poco tiempo. La fórmula de vicepresidencia le da mayor juego dentro del partido, pero no le suma un voto afuera. ¿Le alcanzará la fuerza que estaba tomando su candidatura en la Costa? No creo.



Vargas Lleras era el tercero en el grupo perseguidor. Pero a Cambio Radical no le fue bien en las elecciones de Congreso. Es difícil saber qué tanto lo afectara ese resultado y si la designación de una formidable economista costeña como fórmula vicepresidencial le dará un empujón suficiente. Carga, sin embargo, con un problema de ubicación: los uribistas más duros no lo apoyan porque criticó la rerrelección y los de la oposición tampoco, porque lo perciben muy a la derecha. Vargas Lleras, sin embargo, estaba haciendo la mejor campaña. Esta golpeado, pero no puede descartarse.



Mockus dará un salto importantísimo, no sólo por los buenos resultados en las parlamentarias, sino sobre todo por el impulso que le dará la muy favorable cobertura de medios que ha recibido en estos días. Y se alimentará también de la debilidad de Fajardo. Con todo, no creo que le alcance el empujón.



Pardo ha salido fortalecido. El liberalismo mantuvo su participación en el Congreso y obtuvo 1.750.000 sufragios nada despreciables. La intención de voto por Pardo, sin embargo, es mucho menor. ¿Podrá aprovechar el aliento que le dan las parlamentarias? ¿Será capaz de superar su incapacidad de transmitir, su falta de carisma? Si lo consigue, tiene chance de ir a la segunda.



Quien tiene más posibilidades, sin duda, es Noemí Sanín. Los conservadores sacaron tres millones de votos en la consulta y dos millones trescientos en el Congreso. Con sesenta parlamentarios, son la segunda fuerza en el Congreso. Si logra mantener la unidad del partido y, sobretodo, da tranquilidad a los conservadores uribistas, será quien compita con Santos. ¡Y puede ganarle!

jueves, 18 de marzo de 2010

Las Parlamentarias

Por Rafael Nieto Loaiza

Por cuenta del referendo rerreleccionista, un hueco negro que todo lo absorbía, estas elecciones son atípicas. Tendremos la campaña presidencial más corta de nuestra historia. El que se resbale difícilmente tendrá tiempo para volver a levantarse. Con el gigante fuera de circulación, la contienda es entre enanos y está abierta. Casi cualquiera puede ganar.

Y las elecciones parlamentarias, usualmente con dinámica propia, han sido opacadas por la polémica sobre el tercer período de Uribe. Con todo, lo que ocurra este domingo es vital:

Está en juego el control del Congreso y la gobernabilidad del próximo presidente. Si el partido de la U y el Conservador obtienen las curules que se esperan, de 28 a 31 senadores de la U y de 23 a 25 conservadores, tendrían, sin necesidad de terceros, mayoría. En la Cámara, sin embargo, seguramente necesitarán sumar los representantes de otro partido. Esa mayoría garantizaría que el nuevo presidente, si viene de la coalición de gobierno, podría impulsar su agenda legislativa sin mayores dificultades. En cambio, un jefe de gobierno que venga de otras filas lo tendrá muy difícil.

Eso nos lleva a la consulta conservadora, más cerrada que lo que esperan los noemicitas. Arias garantiza la continuidad de la coalición actual. Noemí, en cambio, ha sido equívoca. En mi opinión, si la Sanín hubiera manifestado con claridad que le apuesta a la continuidad, barrería. Pero con su ambigüedad ha conseguido que los conservadores uribistas y la gente de la U apoyen a Andrés Felipe. Tampoco la ayudará que la consulta verde se haga el mismo día: perderá una parte importante de voto de opinión, que preferirá escoger entre los tres “tenores”. Con todo, será una competencia muy reñida. La consulta conservadora será decisiva para las presidenciales.

El Partido Verde, si no alcanza el umbral, no podrá presentar candidato presidencial propio. ¿Habrá que recordar que ni el partido de Peñalosa ni el de Mockus superaron hace cuatro años ese umbral? ¿Y que en aquella ocasión ellos mismos encabezaban sus listas y ahora no? Es verdad que han aprendido la lección, que ahora Mockus y Peñalosa juegan juntos y que a ellos se suma Lucho Garzón. ¿Pero les alcanzará? La consulta para elegir candidato entre ellos alcanzará muchos más votos que sus listas al Congreso.

Intuyo que la votación por las listas de Compromiso Ciudadano será muy mala. Fajardo se equivocó al meterse en el berenjenal de las parlamentarias sin contar con partido de apoyo. Y volvió a meter la pata cuando vendió la idea de que conformaría una “selección Colombia”. Salvo algunas buenas excepciones, sus candidatos más bien harían parte de la suplencia de un campeonato de tercera. ¿Cuál será el impacto de una baja votación de sus listas al Congreso en su candidatura?

Muy a mi pesar, el PIN tendrá 7 u 8 senadores, la mayoría de ellos parientes de congresistas con problemas por parapolítica. Es verdad que la responsabilidad penal no se extienden a los familiares, pero es lamentable que aun haya ciudadanos que premien con su voto a quienes los traicionaron con conductas indignas.

El Liberalismo aspira a 20 senadores. Si llega a 15 debe celebrar. La candidatura de Rafael Pardo quedará grogui. ¿La incógnita? Cambio Radical. ¿Qué tanto los afectará los tránsfugas que terminaron en la U?

En fin, a votar. Es un deber ciudadano. Además, quien no vota después no tiene derecho a quejarse.

martes, 2 de marzo de 2010

La fiesta de los enanos

Por Rafael Nieto Loaiza



Si el presidente Uribe hubiese declinado a tiempo su intención de aspirar a un tercer período, andaría con su popularidad por los cielos y tendría una inmensa capacidad de maniobra política, muchísimo mayor que la que tiene hoy.



Pero le calentaron los oídos y se dejó tentar. Con impredecibles consecuencias, por cierto, para la continuidad de su proyecto político. Si Uribe no hubiera albergado la esperanza de repetir, podría haberse concentrado en construir un movimiento sólido y coherente que aglutinara a todo el uribismo y garantizara la continuidad de sus políticas.



Ahora, en cambio no hay seguridad de que sea un uribista quien suceda al Presidente. La aspiración presidencial reventó la coalición de gobierno. Vargas Lleras se apartó de ella en búsqueda de su propia candidatura. Y un sector del conservatismo, con Pastrana a la cabeza, decidió enfrentar a Uribe.



Sin el Presidente en la papeleta, el partidor quedó abierto y hay oportunidades para casi todos los aspirantes. Y para las coaliciones. Ninguno tiene, ni de lejos, fuerza suficiente para ganar en primera vuelta en mayo, de manera que todos necesitarán alianzas para triunfar en junio.



Será clave verificar si la división política actual es de carácter personal o si es ideológica. Si giraba en torno del Presidente, el retiro de Uribe significaría barajar y repartir de nuevo, con la posibilidad de alianzas entre, por ejemplo, el liberalismo y el partido de la U. Y, si el origen partidista retoma fuerzas, Cambio Radical.



Pero si es ideológica, como creo, habrá una tendencia natural a mantener las líneas divisorias actuales. El liberalismo, que desde Samper ha decidido jugarse a la centro izquierda, encontraría afinidades con Petro, el partido Verde y, sospecho, con Fajardo, quien más temprano que tarde tendrá que empezar a asumir posiciones. Desde el centro a la derecha, el conservatismo y la U jugarían juntos. Y con ellos, Vargas Lleras, si logra superar los celos y antipatías que tiene con Juan Manuel Santos.



En este caso, es definitivo lo que ocurra en la consulta conservadora. Arias ha dicho de manera inequívoca que está dispuesto a jugar con la U. Pero Noemí ha hecho mutis. Por eso es probable que uribistas no conservadores apoyen a Arias en la consulta. Por lo mismo, muchos en la oposición estarán dispuestos a votar por Noemí, en la convicción de que su triunfo en la consulta enreda a la actual coalición de gobierno. Esa estrategia puede serle inicialmente útil a Noemí, en especial porque Arias, que tiene mayor fuerza parlamentaria, ha sufrido un enorme desgaste de opinión por cuenta del escándalo de Agro Ingreso Seguro.



Pero Noemí se equivocaría de plano si cree que los sufragios de la consulta permanecerán para la primera vuelta. Ahí todos votarán por los candidatos más cercanos a sus afectos y a sus convicciones. Y Noemí necesitará hacer explícita su intención de buscar una alianza con Santos, si quiere que los votos de conservatismo uribista se inclinen por ella y no por Juan Manuel. Peor: si Noemí deja abierta la puerta para una alianza con la oposición, el conservatismo se fracturará. No tengo duda alguna de que un sector mayoritario del conservatismo, el mismo que votó por Uribe en el 2002 y en el 2006, dejaría el partido y terminaría en las huestes juanmanuelistas.



En fin, es un nuevo juego. Ido Gulliver, hacen fiesta los enanos.