domingo, 6 de junio de 2010

El amor ¿qué es?

La inmensidad del universo, lo comparo con el amor… es algo que te mueve a hacer “locuras” sí! ese mismo amor, que debe mover todo el ser, nos llevó a una decisión un poco común, con mi amiga inseparable, mi madre; me ratifico, que todos los seres humanos estamos llamados a la entrega, al sacrificio por el otro, al encuentro, a la alegría eso es amor… no el que muchos piensan que se encuentra en la cama o un burdel, ni mucho menos ese que se entrega con condicionamientos, el amor simplemente es libre de ataduras.

En días pasados, una persona regaló a mi mascota y otro lo cogió para llevarlo lejos de su habitual mundo, un mundo lleno de amor y de cuidado, ambos asumieron que éste no tenía dueño, pero ¿cómo así? se preguntarán, sí se la llevaron a muchos kilómetros de distancia de su habitad. Quien se lo llevó ama profundamente los animales, de eso no nos queda la menor duda. Pero mi mascota, que por cierto es bien mal criada, sufriría intensamente, porque sólo está acostumbrada a su burbuja de cristal. El animal, que no valdrá mucho en este mundo light y consumista, para nosotros vale más que todo el oro del mundo, en ese pequeño reconocimiento me transporta al gran sentimiento de lo que es amor.

Sin dudarlo, nuestra primera manifestación fue la tristeza, era pensar ¿cómo estará? aunque no entramos en desesperanza a pesar, de que los días transcurrían y las noticias que llegaban no eran muy alentadoras ¡se perdió y aún no aparece!, “tenemos varias personas buscándolo” y al mismo tiempo nos preguntábamos, ¿qué necesidad tuvieron de cogerlo y llevarlo sin mediar palabra? o que por un acto tan sólo de honradez pensar ¿el animal tendrá dueño?

Nos lanzamos a la búsqueda de nuestro reencuentro, del reencuentro con el otro ser humano y de nuestra mascota; madrugamos a la vereda La Palma del corregimiento de San Cristóbal, sin conocer nada, sólo motivadas y confiadas en el amor que nos mueve, llenas de esperanza y persistentes en el ¿por qué? hacía la persona que se lo había llevado; les confesamos, el ¿para qué? quedaba a un lado, en ese momento no nos importaba. Pero, después de recorrer por más de una hora buena parte de la Vereda, mi madre escuchó en un espeso matorral el meow del Niño, el principal “autor” de este cuento, que por cierto tuvo un final feliz, nuestro reencuentro.

Ahora el ¿para qué? entraba a la escena de esta hermosa historia, que nos dejaba inmensos regalos, el más importante el amor y el segundo, el reencuentro; un verdadero amor que mueve montañas y que hace recurrir a un bloque de búsqueda, como lo hace la Fuerza Pública, sólo por un profundo sentimiento que nos motivó y a una familia que pudimos ver y conocer un poco, lejos de nuestros juzgamientos “a priori”.

Más allá, está el reconocimiento que sólo cuando se ama se da la razón a la inmensidad del ser humano y de un sentimiento que nos impulsó a la búsqueda de nuestra “felicidad”, aclaro la mascota no es nuestra felicidad, pero sólo acallando nuestras vanidades, prejuicios y juzgamientos, la vida es mucho más inmensa, si la impregnamos de un amor fiel y verdadero, fundamentado en lo que realmente importa Dios.

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