domingo, 20 de julio de 2008

Los ricos tienen dietas, los pobres hambre...

Muchos son los problemas que aquejan a nuestro país, aparte de la guerra arma, de los secuestros, del desempleo y la extorsión, hay problemáticas que aunque son silenciosas no son invisibles, como es el problema de la desnutrición infantil.

La alimentación debe estar a la orden del día y más aun para niños que están en la edad de desarrollo y crecimiento; es inconcebible que en Colombia se gaste más dinero y lujos en reinados de belleza que en lo que se pueden gastar en un comedor comunitario donde a diario les brinden a niños y niñas de todas las edades alimentación o algún refrigerio.

Mientras que en Cartagena y en otras capitales del país durante el año se llevan a cabo eventos faranduleros, muchas personas en las zonas periféricas y marginadas mueren de hambre o mueren comiendo tierra que cae a su rancho por los deslizamientos a causa de los aguaceros que por la época de invierno quieren perpetuarse.

La desnutrición infantil no es tanto un problema y solución del Gobierno o de los mandatarios de turno, nosotros como ciudadanos también debemos hacer parte de la solución y no pasar desapercibidos ante la grave y silenciosa calamidad.

Hay que pensar y construir hechos de una buena alimentación para poder citar el famoso refrán “los niños son el futuro del país”, muchos se pueden estar alimentando de odio, desesperanza, rencor… entonces, que podemos esperar de unos niños que cultiven en su corazón toda esta clase de antivalores.

No hay que sembrar un árbol de limones para que nos de naranjas, no hay que dar tiempo al tiempo y que las calamidades avancen para luego tener que lamentarnos por causas que aparentemente tenían una solución tan fácil, no hay que esperar más niños en la calle delinquiendo, asesinando por unos tenis o por un celular, para luego comer.

Para muestra de la problemática, la muerte por desnutrición y deshidratación de una niña indígena de dos años desplazada de Putumayo a Bogotá con sus padres y cuatro hermanos, esta niña que falleció tenía la mitad de peso normal para su edad, situación que es frecuente en Boyacá, Guajira, Nariño, Sucre, Córdoba y Chocó, y en menor ocurrencia en las ciudades capitales.

Las cifras hablan por sí solas, según el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar presenta unos estudios donde señala que en el 2005 el 33% de los niños colombianos menores de cuatro años sufre de anemia y avitaminosis, deficiencias que marcan su vida de por vida, ya que limitan el desarrollo mental y físico. Según la fuente citada en este año las cifras han mermado, pero el problema aun persiste.

Esta problemática pone a nuestro país en primer plano y como uno de los más atrasados que tiene sus principales causas en los ataques narcoterroristas contra el campo y en la poca educación de las familias.

Hay que tomar la delantera ante el problema de desnutrición infantil, ya que si queremos niños sanos se debe trabajar en la seguridad alimentaría que desde los colegios con un refrigerio bien nutrido se adelante.

Los entes gubernamentales como privados deben pasar de la atención en las crisis al fortalecimiento de los componentes de prevención, atención también de las madres gestantes, educación familiar y gestión de proyectos productivos que hagan a las comunidades más autónomas en cuanto a la nutrición, no hay que esperar que más niños colombianos pierdan la vida a causa de la desnutrición infantil. Es urgente poner en marcha soluciones estructurales y de base donde radica el problema, no hay que esperar que tal político prometa mientras roba y recordar que es una necesidad básica que el Gobierno debe cubrir o generar las soluciones.

Además, es responsabilidad de nosotros como ciudadanos, hay que cambiar de mentalidad en cuanto a que cada día pensamos que quiero comprar o que quiero hacerme en mi cuerpo, para estar, sentirme y verme mejor; cambiar de actitud en cuanto a que no seamos tan indiferentes y despectivos a la hora de brindar o adoptar un plan padrino para sostener a un niño durante un periodo de tiempo y no seguir el juego de ser consumidores número uno de las eventos que tienen un despliegue de total cubrimiento, hay que afrontar la desnutrición infantil por la causa principal.



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